Películas
En estas semanas de fin de año vemos cómo se incrementa el tráfico de vehículos en las calles y de personas dentro de los centros comerciales. Al parecer muchas salen en búsqueda del regalo perfecto para estas celebraciones de fin de año.
Sabemos que el sentido de la Navidad se desvirtúa un poco entre las invitaciones mercadológicas para adquirir bienes o servicios. Algunas familias caen en la tentación de la mercadotecnia y pasan más ocupadas en la búsqueda del obsequio que intercambiarán que en el verdadero espíritu: recordar el nacimiento de Jesús, nuestro Salvador.
Lejos de la pantalla grande y los efectos especiales, la historia de la humanidad tiene a su propio héroe, quien hace dos mil años dio su vida para que hoy tú y yo tengamos una vida de abundancia. ¡Claro, me refiero a Jesús! Sin embargo, pasamos por alto la lucha que nos toca librar hoy contra el mal. La Biblia nos enseña que nuestra batalla es contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible (Efesios 6:12).
Algunos amigos y personas conocidas me preguntaron por qué los capítulos de mi libro No es por vista inician con reseñas de películas. Algunos hasta pensaron cómo se me ocurrió juntar enseñanzas de fe con películas no cristianas.
¿Ya he comentado que soy cinéfilo? Las películas, como los libros nos abren puertas a nuevos mundos, a nuevas realidades. Nos hacen soñar e imaginar. Por eso me apasiona el cine. Y justo esta semana, con mi equipo de trabajo, vimos una película que me encanta porque cuenta cómo nació uno de los clásicos de la literatura para niños.