Salvación
En el ecosistema evangélico se emiten juicios cuando alguien se relaciona con personas que —como suelen decir— parecen estar “en el mundo”. ¿No has oído a alguien criticar en secreto a quien anda con pecadores? Parece que la consigna es rodearnos solo con personas “santas”. Eso es todo un disparate. Para empezar, ¿cómo saber quién es santo o quién es un pecador? ¿Quién se atreve a definir eso? La respuesta solo la tiene Dios y aun Él nos ve con misericordia.
Es probable que la pandemia te haya hecho sentir sin libertad. Con las medidas implementadas por los gobiernos para intentar frenar el COVID-19 nos hemos encontrado con aeropuertos cerrados y restricciones para circular en nuestro entorno. Quizá nunca habíamos vivido un periodo con tantas limitaciones que nos hicieran dimensionar lo que representa la libertad.
Entre todos los libros e historias con personajes inspiradores, no existe una referencia mejor que Jesús, en todas las categorías: como Salvador, dio su vida por nosotros; como líder, escogió a hombres comunes y corrientes, los formó y después los mandó para que en su nombre hicieran milagros; y como hijo, cumplió el plan del Padre.
Hoy, viernes, me despido de Israel. Ha concluido mi viaje y la experiencia ha sido impresionante: navegar por las aguas donde Jesús caminó, recorrer las callejuelas de Nazaret y de Jerusalén que sintieron sus pasos, orar donde Él oró, apreciar el mismo cielo que Él observó, sumergirme en el Río Jordán donde fue bautizado, recorrer los sitios donde miles lo escucharon predicar y lo vieron obrar poderosamente, conmovido por el dolor humano.