Problemas
Cuando tienes un problema o cometes una equivocación sueles pensar que no sirves para hacer o desempeñar una tarea, que no estás hecho para tal cosa y que por eso todo te sale mal. Todos estos pensamientos diluyen tu fe. Una persona con baja estima de sí misma ni quisiera tiene la fuerza para ir a pedirle a Dios que la ayude, mucho menos que cumpla Sus promesas.
La vida de un cristiano está llena de emociones y aunque quisiéramos que todas fueran buenas algunas no son “tan” buenas como deseamos o planificamos.
Por mucho que nos preparemos hay cosas que nos llegan súbitamente —como se suele decir: “del puro aire”—. Una enfermedad, una caída que nos deja lesionados de la pierna o de un brazo, una jornada sin ventas en el negocio, un tiempo sin que nadie venga a nuestro grupo.
Esta semana en nuestra congregación empezamos una nueva serie dominical, llamada “Mi presencia siempre irá contigo”. Durante varias semanas usaremos la analogía del mar para llenarnos de fe y comprender que no importan las tormentas que nos toque vivir porque nunca estamos solos: Dios está con nosotros y nos llevará a nuestro destino.