Desde 1982, que le sirvo al Señor he aprendido que Él respalda a quienes deciden tomar riesgos por obedecer Sus instrucciones. Créeme, no se trata de recursos sino de fe. Sin importar la profesión u oficio, todos debemos trabajar como para el Señor y no como para nadie en este mundo (Colosenses 3:2) y es a Él a quien debemos agradar, pues el mundo pocas veces comprenderá nuestro nivel de compromiso, pero la recompensa viene de Él.

El cumpleaños suele remitirnos a la infancia, las celebraciones con la familia y amigos. A mí se me viene a la memoria aquel olor a pastel que inundaba toda la casa, cuando mi mamá cocinaba la merienda para compartir con mis compañeros del colegio, primos y los vecinos.

Esta semana Casa de Dios ha cumplido veinticinco años de fundación. Parece que fue ayer que el Señor me llamó para servirle a tiempo completo. Dios nos dijo que “Su presencia siempre iría con nosotros” y efectivamente hemos sido testigos de cómo ha estado presente: desde la sala de aquella casa donde empezamos hasta ahora.

Esta semana celebré mi cumpleaños número 57 y doy infinitas gracias a Dios porque me ha permitido servirlo desde que le entregué mi vida a los 20 años. Han sido 13,505 días de intenso trabajo, de retos y proyectos que han salido adelante por fe. Yo tengo muchos defectos, pero le he creído al Señor y soy testimonio vivo de que Él respalda a quienes deciden tomar riesgos por obedecer sus instrucciones.