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Si te dan limones…


…haz limonada, aconseja el famoso refrán, y lo he tenido en cuenta muuuuchas veces en mi vida, porque las dificultades nunca se hacen esperar y las enfrento con la mejor actitud. Pero creo que ahora, con los limones que estoy recibiendo, grandes y jugosos, ¡haré la mejor limonada de mi vida!

Sin quererlo, me he convertido en figura pública. Cuando era niño, en el regazo de mi madre, yo le decía que deseaba ser misionero. Ninguno de los dos tenía clara la idea de a qué me refería; en mi mente y en mi corazón, de esa forma, traducía mi deseo por ayudar a las personas y hablarles de Dios.

Los años pasaron y cuando le entregué mi vida al Señor, inmediatamente comencé a servir en la iglesia. Siempre fui de los voluntarios más dispuestos. Fui mensajero, chofer, acomodador de sillas, asistente de limpieza, de cocina, de escuela dominical, de portería, animador de grupos… lo que fuera con tal de mantenerme activo en el ministerio.

Cuando me despedí de Fraternidad Cristiana, la iglesia donde crecí en mi llamado, era líder del grupo de jóvenes más grande de Guatemala y entregué el cargo a través de un sistema ordenado con estadísticas y reportes, como si de una empresa privada se tratara. De hecho, creo que mi esencia se resume en el amor a Dios, a las personas y al orden en todo sentido.

Así que, durante esta semana, en la que he debido enfrentar las acusaciones implícitas en un reportaje que publicó la cadena televisiva Univisión, me pongo de rodillas delante de Dios y me veo al espejo para recordar esa esencia, porque al verme a través de los ojos de quienes hicieron ese reportaje no me reconozco y mi mente hace corto circuito intentando explicar cómo es posible que se tergiverse de forma tan malintencionada la fe de millones de personas. Porque al sugerir que soy manipulador, están etiquetando como tontos e ignorantes a los cristianos. Eso es lo que realmente me llena de frustración.

Los ataques en mi contra no son nuevos. Los limones siempre llegan para quienes, por la infinita gracia y misericordia de Dios, sabemos hacer limonada; pero estoy en paz, ese orden que me ha caracterizado toda la vida también caracteriza a Casa de Dios. Siempre hemos sido respetuosos de la ley, jamás nos hemos prestado a ilícitos, pero tampoco respondemos a cuestionarios capciosos, insolentes y groseros. No somos marionetas, no somos ingenuos. A través del ejemplo motivamos a las personas a superarse, a ser íntegros como cristianos y ciudadanos. Sabemos de respeto porque respetamos. Sabemos de autoridad porque nos sujetamos.

Así que aquí estoy. Aquí está Cash Luna, fundador y pastor general de Casa de Dios, de pie, presentándome con humildad delante del Señor, agradecido con quienes se han manifestado listos para tomar la limonada conmigo: amigos, colaboradores y pastores del mundo. Aquí estoy listo para ofrecer una limonada más dulce que amarga porque he mezclado los limones con el agua de la verdad y la miel de la transparencia.

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