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¡Suelta la cruz!


La Semana Santa es un tiempo para reflexionar sobre el fundamento de nuestra fe: la resurrección. En la Biblia podemos leer los pasos que Jesús llevó a cabo para ejecutar el plan de salvación diseñado por Su Padre e inevitablemente debemos poner nuestra mirada en la crucifixión.

He oído a muchas personas que tienen un concepto muy diferente al que yo encuentro en las Escrituras sobre “cargar la cruz”. Muchas personas reciben la noticia de una enfermedad, su vida con una persona alcohólica o una adicción como “su cruz” enviada por Dios.

Con mucho respeto me atrevo a cuestionar esas ideas. Primero, remitámonos al ejemplo de la pareja. El hecho de haber contraído matrimonio con una persona presa del alcoholismo o de cualquier otro vicio es una decisión personal, Dios no interviene en ella. Quizás envía a un mensajero (padre, madre, amigos, líder o pastor) a hacer notar el panorama ante los evidentes hábitos destructivos de la persona, pero al final la decisión es nuestra.

En el segundo ejemplo, el de la enfermedad, debemos remitirnos a la paternidad que Dios refleja en Su Palabra y las enseñanzas de Jesús. Si Dios es nuestro Padre. ¿deberíamos de atribuirle una enfermedad que incluso puede provocarnos la muerte? No, creo que ningún padre de familia se atrevería a “diseñar” una enfermedad para que su hijo se acerque a él. ¿Qué nos ha llevado a pensar que Dios sí lo haría?

Leo en la Biblia que Jesús padeció y sufrió para que tú y yo tengamos vida en abundancia; es decir, para que podamos vivir libres de la esclavitud del pecado, de las enfermedades y las aflicciones.

Encuentro fundamento a mis argumentos en las Escrituras. En Juan 3:16 quedó escrito: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. En 1 Pedro 2:24 se agrega: “Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados”.

Es importante reflexionar sobre el sacrificio de Jesús para que podamos entender en su justa dimensión lo que representa para nosotros. Sin duda la salvación que recibimos cuando lo reconocemos como nuestro Salvador es uno de los beneficios invaluables, pero no podemos olvidar los otros: la sanidad, la libertad y mucha bendición.

Ora para que el Señor te ayude a asimilar Su amor por ti. Si hay una enfermedad o una situación que hayas visto como tu cruz, despójate de ella y abraza la salvación que Jesús pagó por ti.

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