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Reinvéntate


A todos nos llega más de una vez en la vida la necesidad de replantearnos el rumbo. Ya sea porque pareciera que nos equivocamos de camino y debemos probar por otro lado o porque tenemos tan claro el camino que vale la pena abrir brecha hacia nuevos retos.

Por la gracia y la misericordia de Dios, en mi caso, ha sucedido lo segundo. Mi propósito de amar y servir ha rendido abundantes frutos, por lo que tengo la bendición de compartir mi experiencia con otras personas que también desean resultados visibles al esforzarse por alcanzar la excelencia a través del trabajo en equipo y la administración con integridad.

Con ese objetivo, en lo que va del año, en Casa de Dios hemos recibido a varios grupos de empresarios que me han pedido que les comparta ideas y principios de gestión y liderazgo.

¡Para mí ha sido un honor recibirlos!  Como ya todos saben, no soy tan malo para compartir contenido con una audiencia, así que hablar de administración fundamentada en valores y principios bíblicos me viene como anillo al dedo. Dios abre puertas para que su mensaje llegue a diversas audiencias y me está dirigiendo a una nueva ruta como mentor.

Con los grupos de empresas que hemos recibido, platicamos sobre la fe que nos mueve a emprender, a ser creativos e innovadores, esa fe que nos motiva a creer que algo es posible para luego buscar de qué forma lograrlo. Es así como la humanidad ha evolucionado. La fe es motor de desarrollo porque todos los inventos y creaciones que ahora vemos surgieron de ideas y sueños. Piensa en algún invento, el que quieras, y verás que primero fue creerlo posible para luego descubrir cómo hacerlo posible. Entonces, ¿por qué nos da miedo tener fe en algo que no sabemos cómo lograr?

Si la realidad te dice que la economía se va al suelo, tu fe debe sostenerte para insistir en que levantarás tu empresa, aunque en este momento no sepas cómo lograrlo. Pero si tu corazón está en “modo de fe”, tu mente encontrará la forma de hacerlo posible. Primero cree que se puede y encontrarás la forma de que se pueda. Ese ha sido uno de mis principios de emprendimiento. Y te garantizo que me ha funcionado.

Yo le contagio esa confianza a mi equipo para unirnos en una fe corporativa que nos motiva a creer y esforzarnos juntos por alcanzar los sueños que visualizamos. Luego, toca trabajar y trabajar, enfocados en nuestro objetivo, lo que requiere orden en la administración de los recursos.

En Casa de Dios hemos logrado todo con fe, creatividad y buena gestión administrativa fundamentada en la integridad y transparencia. No hay tales de tomar el camino corto para obtener recursos. Cuando eres una persona íntegra y obedeces a Dios, lo demás viene por añadidura porque Él no deja burlados a quienes se atreven a creerle y desarrollan buenas obras para bendición de muchos. Analízate, reinvéntate, no le tengas miedo a la nada porque Dios ya estuvo ahí. Él creó todo de la nada. Vuelve a empezar si es necesario, esfuérzate y sé valiente, sueña y cree, ese es el primer paso para lograr todo.

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