¡No tengo miedo!
¿Ya les conté que le tengo cierto miedo a las alturas? Sí, soy de los que no disfruta mucho visitar las atracciones que me alejen mucho del suelo, como esos miradores turísticos que hay en algunos países. Mis amigos saben que paso por alto ese tipo de experiencias.
Pero hay miedos de miedos. Mi miedo a las alturas es algo que no me impide llevar a cabo actividades que me gustan, como predicar la Palabra. Pero para alguien que quiere ser piloto de avión, ese miedo no le permitiría disfrutar esa tarea. A eso me refiero cuando digo que hay miedos de miedos.
Todos, en algún momento de la vida, hemos sentimos miedo a ciertas situaciones que terminamos dominando. Algunas personas les temen a los insectos o a ciertos roedores, pero con una escoba o un insecticida se pueden llenar de valor rápidamente.
Nuestras palabras tienen el poder de desatar bendiciones y maldiciones. Expresar que sentimos temor no solo implica reconocer nuestra vulnerabilidad, también nos ata espiritualmente. Sin embargo, como hijos de Dios podemos declarar que aun en esas situaciones coyunturales que se vivan en nuestro país, que sucedan en nuestra familia o el trabajo, Él nos protege y nos llena de confianza: “Aun cuando atraviese el negro valle de la muerte, no tendré miedo, pues tú irás siempre muy junto a mí. Tu vara de pastor y tu cayado me protegen y me dan seguridad”. Salmos 23:4 (NBV).
No podemos declarar una cosa con fe y contradecirnos al replicar un mensaje adverso que podríamos ver, por ejemplo, en las redes sociales. Analicemos las cosas a la luz de la Palabra. Claro que todos anhelamos un país libre de cualquier manifestación de violencia, tener un trabajo, estar sanos y vivir en paz, pero como hijos de Dios debemos usar las armas correctas.
Sabemos que debemos orar por nuestro país para que la justicia y paz de Dios inunden cada rincón de América Latina y todo el mundo. Es nuestro deber interceder por la nación donde Dios nos permite estar y propiciar que quienes no lo conocen le abran su corazón a Jesús, el único capaz de cambiar la vida de las personas. Solo de esta forma nuestra sociedad será transformada.
¿Qué te parece cambiar esa frase por otra que despierte la confianza en quienes la lean? Repítela en voz alta, confiésala, envíala a tus contactos de WhatsApp o cópiala en tus redes sociales: “Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza”. Salmos 56:3.