Goodbye, Christopher Robin
¿Ya he comentado que soy cinéfilo? Las películas, como los libros nos abren puertas a nuevos mundos, a nuevas realidades. Nos hacen soñar e imaginar. Por eso me apasiona el cine. Y justo esta semana, con mi equipo de trabajo, vimos una película que me encanta porque cuenta cómo nació uno de los clásicos de la literatura para niños.
¿Quién no conoce a Winny de Pooh? Creo que como Peter Pan (otro de mis favoritos y del que pronto les hablaré), El Patito Feo, Alicia en el País de las Maravillas, y tantos otros personajes, este oso vive en el corazón de millones de niños que lo recuerdan comiendo miel en el Bosque de los Cien Acres donde vive con sus amigos: Piglet, Tigger, Kanga, Roo, Eeyore, Owl y Rabbit.
Pues resulta que “Goodbye Christopher Robin” es una película que nos abre los ojos a la vida de la familia Milne: un padre que escribió los libros sobre el oso Winny, inspirado en su pequeño hijo y los peluches con los que jugaba; además, conocemos a Daphne, la madre bastante antipática que rápidamente se gana nuestra repulsión, y Olive, la nana amorosa y protectora. Así que los hechos nos sorprenden porque no son tan agradables como quisiéramos.
¿Por qué me gusta la película? Porque la veo como una historia de sanación. Alexander, escritor de teatro y padre de Christopher, regresa de la guerra traumado. Buscando inspiración para compartir ideas en contra de la violencia, resulta escribiendo para su hijo unas historias que se publican e instantáneamente se convierten en un éxito porque con su ternura e ingenuidad parecieran devolverle la alegría y esperanza a la nación. Tristemente, esa fama arruina la infancia del pequeño Chris. ¡Sí, es lo que menos esperábamos!
Cuando ya es un jovencito, busca enlistarse como soldado para pelear en la Segunda Guerra Mundial. Entonces, ocurre el milagro, porque allí, en las trincheras, rodeado de muerte, escucha que alguien tararea una tonadita familiar. Era una que cantaba con su padre y se popularizó con el libro. De esa forma descubre la trascendencia de la obra que él había protagonizado y que hizo tanto bien a la humanidad. Cuando regresa a casa, vemos que también hay esperanza para él y sus padres.
La película no tiene un final feliz como tal, pero es impresionante descubrir que la forma de relatar una historia, en este caso la fantasía sobre un tierno osito, la convierte en relevante. Así que además de todas las lecciones sobre el éxito y la vida familiar, de esta hermosa película me quedo con una idea: las historias son poderosas, pueden provocar cambios en las personas, entonces, atrevámonos a compartir las extraordinarias historias que Dios inspiró en la Biblia y que merecen ser contadas de la mejor forma, porque son las que realmente pueden dar esperanza y nueva vida al mundo.
© Ilustración por César Cotón – @cesarcm90