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Envases equivocados


En la naturaleza es muy fácil identificar una planta. En cuanto vemos el fruto que produce concluimos de qué árbol se trata, en otras palabras, si vemos una mandarina inmediatamente sabemos que es un árbol de mandarinas.

Con los seres humanos parece que la fórmula se complica un poco, a pesar de que la sociedad nos enseña a etiquetar a las personas por la apariencia. ¿Cómo debe lucir un pastor? ¿Cómo debe verse un “influencer”, un locutor o una ama de casa? Seguro ya tienes en tu mente estas imágenes.

¿Te ha pasado que has emitido un comentario por lo que ves a simple vista? Tenemos ideas preconcebidas que hemos adquirido por nuestro entorno cultural y es con esos filtros que emitimos juicios -buenos o malos-.

Por ejemplo, algunas personas crecieron en un entorno en el que las mujeres debían cubrirse la cabeza dentro de las iglesias, hoy sabemos que sin importar el sexo o la forma en que vistamos, todos son bienvenidos dentro de las congregaciones. Hay personas que definen a otras por sus tatuajes o se dejan llevar por el color de tez. Quizás has ido al cine por lo que dice la “crítica”, pero después de verla tu opinión no coincide en lo absoluto con los “especialistas”.

Se dice que como te miran te tratan… Esto significa que solo están viendo el envase. Todos somos mucho más que un buen o mal envase. Yo soy más de lo que la gente ve en vídeos, en historias, en falsas noticias o lo que han escuchado de mí. Soy un ser humano con su aciertos y sus equivocaciones, con días buenos y días no tan buenos, con fortalezas y debilidades, soy un pecador como todos, pero me esfuerzo por ser cada día mejor. Amo a Dios, disfruto mucho mi trabajo de pastor, me apasiona predicar. También soy un guatemalteco que ama su país, que se esfuerza para llevar un mensaje de fe a quienes me escuchan en una conferencia, una prédica, un mensaje de radio o leen mis libros. Soy un padre de familia y esposo, también soy abuelo y sigo siendo hijo.

Además, soy el director de una organización que bendice a muchas personas. Presido una congregación llena de familias que buscan crecer en fe, transformar su vida y salir adelante a través de los principios bíblicos. Aunque este párrafo describe parte de lo que hago, me gusta concluir que soy un ser humano, igual que tú. Pero que le cree a Dios con todo el corazón y se ha tomado muy literal las promesas que Él estableció en Su Palabra.

¿Quién eres tú? ¿Cómo te gustaría que te describieran las personas que te conocen y aun aquellas que te han juzgado? Tú no eres un título universitario, tu profesión no describe lo que eres o quién deseas ser, porque eso está determinado por tu esencia y el propósito que Dios estableció para ti.

Qué te parece si evitamos etiquetar por el envase a quienes nos rodean, alejémonos de juzgar a los demás, no solo porque pasaremos por ese mismo escrutinio, sino para que pongamos en práctica lo que está escrito en Mateo 7:7. Date el chance de conocer a ese compañero de trabajo que está en el fondo de la oficina, al vecino nuevo de tu colonia, a nuevo de tu clase, a esa familia que se sienta a un lado dentro de la iglesia. Rompamos los estereotipos y permitamos que ellos también descubran quiénes somos, puede ser que ellos se den cuenta que te estaban juzgando por el envase.

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