Cambio de temporada
Guatemala, mi país, se caracteriza por tener un clima templado maravilloso casi todo el año. De hecho, Guatemala es conocida por ser el país de la eterna primavera. El cambio de las estaciones no se presenta tan abrupto como sucede en otras naciones, sin embargo, podemos distinguir el verano del invierno perfectamente bien.
En la vida, los cambios de temporada a veces llegan abruptos y otros se van dando sutilmente. Pero lo que sí es seguro es que tarde o temprano experimentamos cambios de temporadas y es importante mantener los ojos abiertos para distinguirlas.
Hay temporadas ante las que no podemos hacer nada más que prepararnos para el cambio. Cuando se acaba el otoño e inicia el invierno no podemos hacer más que tener ropa para el frío o una sombrilla para la lluvia.
En lo espiritual sí podemos cambiar las temporadas. En la parábola del Hijo pródigo, él está consciente de que incluso los trabajadores de su padre están mejor que él aun siendo su heredero (Lucas 15:17). Había tomado decisiones equivocadas y ahora estaba arrepentido y deseoso de recomponer su camino. Con esto vemos que hay temporadas que no van a cambiar hasta que tomemos una decisión.
Reaccionar y “volver en sí” es la forma de tener ese cambio y actuar.
Si estás pasando por una situación de desánimo dentro de tu servicio al Señor, no es dejando de servir como lo eliminarás, sino más bien recordando qué te llevó a involucrarte en el servicio, qué te impulsó a dedicar tu tiempo a servir a otros o qué te llevó a prometerle a Dios que, por favor, contara contigo.
Si crees que el Señor no está escuchando tu oración, en lugar de dejar de orar, aumenta tu tiempo de tu devocional, incrementa tu tiempo de adoración. Revive tu primer amor y verás cómo esos silencios de Dios cobran otro sentido.
Cambia tu temporada con acciones intencionales que te acerquen a Dios. Él es el único que puede cambiar las temporadas y acelerar los tiempos. “Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y terminar el trabajo que me dio. Ustedes dicen: “Todavía faltan cuatro meses para la cosecha”, pero yo les digo: ¡Fíjense bien en los campos sembrados! La cosecha ya está madura”. Juan 4:34-35 (NBV)
Levanta la mirada y observa lo que te rodea, puede que la temporada de escasez ya haya llegado a su final y le da pasa a una nueva temporada de abundancia y prosperidad.