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¡Vive para que te extrañen!


Coincido con quienes afirman que este proceso inusual que estamos viviendo debido a la pandemia de COVID-19 nos va a dejar algo bueno. De hecho, una de las lecciones que ya nos ha dado es ponernos de frente a un tema que con frecuencia evadimos: la muerte.

No sé por qué evitamos las conversaciones relacionadas a la muerte, si al final es un hecho inevitable en todos los seres vivos: tarde o temprano vamos a morir. Si viviéramos conscientes de esa realidad probablemente nuestras actitudes serían distintas. ¿Qué tal sería vivir para que nos extrañen y no solo para que nos recuerden?

Hay personas que, aferradas a su vieja manera de vivir, afirman: “¡De algo me tengo que morir!” Y continúan con su vida desordenada. Del otro lado estamos quienes fuimos transformados por Jesús. Si yo hubiera postergado reconocerlo como mi Salvador, a lo mejor hubiera anticipado mi muerte (esta es una suposición), pero Él me trajo vida en abundancia y me dio un propósito eterno. Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”. (Juan 11:25)

Como cristianos debemos reconocer que es un privilegio estar vivos, tener salud, un techo y alimento en casa. Lo que tenemos y no tenemos es por misericordia de Dios. Incluso en los momentos de enfermedad o muerte será necesario recordar las palabras del rey David: “Mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán”. (Salmos 63:3)

La pandemia nos ha recordado que somos frágiles y finitos. Hagamos que cada minuto cuente para acercarnos al propósito que Dios estipuló para nuestra vida. Pidamos perdón, perdonemos, amemos y prediquemos las Buena Nuevas del Señor para que más personas reciban la vida eterna a través de su encuentro con Jesús. Esta es una tarea para todos, no solo para los pastores, Jesús se lo dijo a sus discípulos: “Son muchos los que necesitan entrar en el reino de Dios, pero son muy pocos los que hay para anunciar las buenas noticias”. (Lucas 10:2)

Testifica en tu familia, con tus amigos, en tus reuniones en Zoom o en tu trabajo. Pídele al Señor que te use como lo hizo con la persona que te presentó a Jesús. Permite que más amigos, vecinos o familiares tengan la certeza de la vida eterna. El día de su partida llegará, mientras tanto puedes mejorar su calidad de vida a través de la Palabra de Dios que llena de fe y esperanza en los momentos de incertidumbre.

Vivamos agradecidos con Jesús, seamos un instrumento de Su luz a donde vayamos y, sobre todo, vivamos para que nos extrañen.

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