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¿Qué es la prosperidad?


¿Qué entiendes por prosperidad? He notado que el término propicia corto circuito en la mente de algunas personas. También he oído que se menciona mucho el concepto de la “Teología de la prosperidad”, no sé en qué instituto bíblico o academia la imparten, pero al parecer tiene connotaciones poco favorables.

Para salir de dudas, investigué en internet y en el diccionario de la Real Academia encontré la definición: “Prosperidad, del latín prosperitas, es el éxito en lo que se emprende, la buena suerte en lo que sucede o el curso favorable de las cosas”. Para tener una idea más amplia, “éxito” proviene del latín exĭtus, que significa “salida”. Es el resultado feliz de un negocio, actuación, etcétera; o bien, la buena aceptación que tiene alguien o algo.

Considero “natural” empezar cada día deseando que todo lo que emprendemos tenga éxito o se desarrolle de manera favorable. No sé si haya alguien que desee lo opuesto, pero una persona con esa actitud no dura mucho en un empleo, especialmente ahora que la inteligencia emocional es tan importante en los equipos de trabajo.

No imagino a esos empresarios que generan muchas fuentes de trabajo, deseando que les vaya mal. Dios nos mandó a esforzarnos y ser valientes, es así como Él hace prosperar todo lo que hacemos, por lo tanto, la prosperidad llega con esfuerzo y trabajo duro, y el éxito termina siendo una consecuencia. Es una realidad que a la gente haragana no le va muy bien.

Por lo general se relaciona prosperidad con dinero, pero tener dinero no significa, necesariamente, ser prósperos. Por ejemplo, hay personas con muchos recursos que no son felices, viven solas, enfermas y buscando llenar los vacíos con lo que pueden. Famosos artistas o actores se han quitado la vida a pesar de sus fortunas.

Me gusta mucho ese saludo que hace Juan (3 Juan 1-3): “Amado, ruego que seas prosperado en todo, así como prospera tu alma, y que tengas buena salud”. En otras palabras, la prosperidad está vinculada al alma, íntimamente ligada a nuestra personalidad, a nuestra inteligencia y a todas nuestras emociones.

Para descubrir esa prosperidad que cita Juan es bueno analizar cuáles son las emociones con las que estamos lidiando hoy: el enojo, la tristeza, la frustración, la alegría y el agradecimiento, entre otras.

Benjamín Franklin decía que “rico no es el que tiene riqueza, sino el que la disfruta”. Así que sana tus emociones y tus pensamientos, prepárate para dar la milla extra en tu trabajo o desempeñar tu tarea de manera ejemplar; usa tus capacidades para ser mejor cada día. Llama la atención de Dios para que Él prospere lo que haces y alcances el éxito que te permita bendecir a tu familia y tus amigos.

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