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Amor, amor…


En pocos días inicia la campaña que nos habla del amor: ese que la mercadotecnia relaciona con los regalos, que el cine nos pinta como color de rosa y las canciones lo limitan solo a la pasión. Sin embargo, quiero proponerte que hablemos de aquel amor que trasciende: el amor de Jesús.

Los Evangelios no muestran que Jesús fuera un hombre “cariñoso” o “detallista”, más bien nos lo muestran como un hombre práctico que llevó la expresión del amor al nivel más alto que se haya registrado en la humanidad: dar la vida por alguien. Morir por alguien —pero de manera literal, no en sentido figurado— sigue siendo la muestra de amor más grande que la historia ha registrado.

Cuando le mensajeamos a alguien por teléfono podemos cerrar las frases con emojis, sitckers o gifs que denoten amor; pero si lo vemos desapasionadamente, eso en realidad no significa nada. Es solo un recurso creativo de la escritura.

Veamos otro ejemplo. Independientemente si es hombre o mujer, ¿qué espera una persona de su pareja además de las flores, los mensajes bonitos en redes sociales y las notas de voz diciendo que la ama? La respuesta es simple: respeto, fidelidad, compromiso y lealtad en todo sentido. Y ¿qué tal el caso de una familia? Los hijos van a necesitar que papá provea para el colegio, para los tenis o para la lista de útiles; y no solo que les diga que los quiere mucho. ¿Estaré equivocado? Podemos ver, entonces, que los detalles pueden significar algo “bonito”, pero en la práctica el amor se demuestra con acciones.

Las personas para conocer a Jesús, más que sermones o prédicas, necesitan sentirse amadas y cuidadas por alguien que ya conozca a Cristo. Esa es la mejor forma de que ellos sepan cómo nos ama Él.

La Biblia nos deja claro qué es el amor: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13 ). Nos corresponde mostrar amor por el prójimo estando presentes en sus necesidades y, a veces, hasta con nuestros recursos, para mostrarles cuánto los ama Jesús. También podemos mostrar misericordia, aceptar su humanidad sin juzgarlos, orar por ellos y perdonar sus errores. Es decir, actuar como lo haría Jesús.

Nuestra familia y nuestro entorno necesita más amor de Jesús del que podamos imaginar. Solo el amor cubre multitud de faltas, como dice 1 Pedro 4:8: “Haya sobre todo mucho amor entre ustedes, porque el amor perdona muchos pecados”.

En esta temporada y en todo el año celebra el amor: el amor de Jesús.

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