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Un futuro prometedor


¿Eres de la generación que todavía imprimía fotos? Recuerdo que antes, la sala de los hogares era el lugar favorito para lucir ampliaciones de las fotografías familiares. Esas imágenes en blanco y negro hoy son un tesoro, en ellas se puede reconocer a los abuelos, los hijos, los nietos… Todos metidos en una imagen que rememora un cumpleaños, un aniversario o una graduación.

Ese hábito quedó en desuso con la tecnología. Ahora acudimos al celular para mostrar nuestros recuerdos familiares. Es interesante ver cómo son las familias. ¿Tu familia es numerosa o reducida?

Yo, siendo hijo único, no tengo fotos con hermanos o hermanas; solo tengo buenos recuerdos con muchos amigos o primos. Pero Dios me ha bendecido con una familia donde ya hay cuatro nietos y uno más que viene en camino. Ellos son una extensión de la familia que Sonia y yo soñamos cuando nos casamos.

En estas semanas tuve la oportunidad de compartir con todos mis nietos, algo que no se da tan seguido porque mi hija Anita vive lejos de Guatemala, pero en esta oportunidad mi casa fue el escenario de juegos y travesuras. Ahí andábamos con Sonia procurando que los más chiquitos no se golpearan o cayeran. Pude comprobar que los nietos rejuvenecen y, además, son incansables.

Esta convivencia me hizo reflexionar en la descendencia de Abram (antes de que Dios cambiara su nombre). No sé qué sintió cuando el Señor lo llevó a ver las estrellas y le dijo que así sería su descendencia. La descripción la encontramos en Génesis 15:5-6: “Lo llevó fuera, y le dijo: Ahora mira al cielo y cuenta las estrellas, si te es posible contarlas. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y Abram creyó en el Señor, y Él se lo reconoció por justicia”.

Es natural que todos anhelemos que nuestros hijos, nietos y hasta bisnietos tengan mejores oportunidades que las que nosotros tuvimos; es más, esa es una motivación que nos impulsa a trabajar duro, pero también es cierto que cada generación tendrá que conquistar sus propias fronteras.

Quizás a los padres nos alcancen las fuerzas para llegar a cierta área y de ahí en adelante ellos deben continuar su recorrido. El legado más importante en el que debemos trabajar es el espiritual. La Biblia nos enseña que la tierra prometida no la pudieron alcanzar todos, muchos murieron en el camino. Fueron los descendientes quienes vieron cumplida esa promesa de Dios.

Que nosotros hayamos aceptado a Jesús en el corazón y vivamos de acuerdo con Sus principios nos debe motivar a trabajar por ese legado. Debemos predicar con el ejemplo: servir a Dios y al prójimo, predicar Su Palabra en grupos, en la iglesia o en las calles para que más personas conozcan a Jesús.

El futuro es bueno y las nuevas generaciones nos necesitan. Levantémonos para que el legado espiritual de nuestra descendencia sea más bendecido.

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