Orgullo
Orgullo es una palabra que tiene significados interesantes. Según el diccionario es un sentimiento de satisfacción por los logros, capacidades, méritos propios o por algo en lo que una persona se siente interesada. También se refiere a arrogancia, vanidad y exceso de estimación propia que suele conllevar sentimiento de superioridad. Y el tercer significado está relacionado con el amor propio o la autoestima.
Tres diferentes sentidos para una misma palabra según nuestras acciones, sin embargo, por lo general el término se percibe con más frecuencia como arrogancia.
En Santiago 4:6 (NTV) leemos: “Y él da gracia con generosidad. Como dicen las Escrituras: Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes”. La arrogancia nos puede llevar a pensar que todo lo logramos con nuestras propias fuerzas, cuando en realidad es Dios quien hace la parte más difícil.
Mientras reconozcamos a Dios en nuestros logros podemos sentir orgullo y eso no está mal. Es más, deberíamos sentirnos orgullosos de ser Sus hijos y de haber sido librados del mal gracias al sacrificio que Jesús hizo en la cruz del Calvario por nosotros.
En los deportes no tenemos ningún problema para lucir una camisola del equipo al que apoyamos. Ya sea que gane o pierda, nos enorgullecemos de ser parte de los fanáticos. Suele pasar que en las redes sociales mostramos nuestro apoyo a equipos que están en otros continentes e incluso hay quienes se pelean con conocidos que le van al otro equipo.
Mundial, Copa América o Eurocopa, ahí estamos luciendo el apoyo a las selecciones participantes. Pero que nos llamen panderetas, evangelicoides, fanáticos o borregos por seguir a Jesús, sí es algo que pensamos una y otra vez. “¡Qué clavo!” “¡Qué vergüenza!”
En las paredes de la iglesia es fácil demostrar nuestra pertenencia. Claro, lo hacemos entre conocidos con quienes compartimos el mismo Padre bueno. Pero ¿qué pasa en casa, en la oficina o con los amigos no cristianos? ¿Alguna vez has pensado qué pensará Jesús de que seas Su seguidor a medias? En Hebreos 2:10-12 dice que Cristo no se avergüenza de llamarnos sus hermanos. ¿Y tú?
Me sorprende que quienes no conocen a Jesús, miembros de minorías, actúen de manera distinta a esta tendencia de “bajo perfil” de los cristianos. Abiertamente se muestran y trabajan para que las leyes los favorezcan. Incluso promueven tener una fecha para que puedan mostrarse.
Los cristianos tenemos mucho para estar orgullosos: Dios hizo un pacto con la humanidad, nos otorgó vida eterna y nos lo recuerda cada vez que sale el arcoíris. Tenemos al Espíritu Santo como nuestro consolador. Somos hijos del Dios todopoderoso. ¿Necesitamos algo más para estar orgullosos de ser cristianos? No importa lo que diga la gente de nosotros, lo que importa es lo que Jesús pueda decir de ti.