Mamás superheroínas
Hoy en Guatemala se celebra el Día de la madre, una celebración para honrar a las mujeres que, solas o acompañadas, aceptan el reto de ser mamás y llevan a cabo grandes sacrificios para formar y educar a sus hijos. ¡Su labor es admirable!
Soy hijo de una madre que luchó sola para sacarme adelante y por eso desde niño la vi como una superheroína, pero una diferente a las que veía en las películas o en los comics durante mi infancia y adolescencia. Mi mamá no volaba como la Mujer Maravilla, tampoco era de acero como Superman, pero su fortaleza la mantuvo de pie ante las adversidades. Me enseñó a ver la vida como una oportunidad para sobresalir con esfuerzo y trabajo duro. Ahora tengo más de cincuenta años y no ha disminuido la inmensa admiración que siento por ella y más bien ha ido creciendo con los años.
Estoy seguro de que hay muchas superheroínas en nuestro mundo, mujeres que pulen a sus hijos con los mejores consejos, alguno que otro regaño y sobre todo con amor. Y qué decir de las madres solteras que se las ingenian para tener uno o dos trabajos, cuidar a sus hijos, hacer las tareas de la casa y mantener activas sus alertas para estar ahí en los momentos importantes: desde un acto en la escuela hasta para explicar una tarea de matemáticas al finalizar sus jornadas laborales.
Estoy convencido de que las madres de carne y hueso le ganan a cualquier superheroína de ficción. Quizás no haya madre perfecta, pero todas merecen aplausos por la labor que hacen. Su sabiduría y fortaleza son pilares para generaciones enteras, así que nos toca honrarlas con nuestro amor, nuestros recursos y nuestra disponibilidad, es lo menos que podemos hacer por ellas. Nunca sabremos cuántas veces se quitaron el pan de la boca para alimentarnos, las veces que no durmieron cuidándonos por una enfermedad, las horas que trabajaron para comprarnos un regalo o las veces que madrugaron para planchar o zurcir nuestro uniforme de la escuela.
Es probable que su función en la sociedad sea subestimada (sobre todo cuando estamos en la adolescencia y es hasta que a uno le toca ser padre o madre que dimensiona su entrega), pero sin importar nuestra edad es preciso que las honremos. No es una recomendación personal, sino un mandamiento que encontramos en la Biblia (Efesios 6:2-3). Claramente nos dice que hacerlo hará que nos vaya bien y tengamos una larga vida. Todos anhelamos tener una vida próspera, así que no importan tus recursos: piensa en tu viejita linda, cuídala todos los días y procura que no le falte nada: ni amor ni cosas materiales.
Con un saludo para mi mamá extiendo esta felicitación a todas las madres que leen este blog. Gracias por darlo todo por nosotros y por sus oraciones que, seguramente, nos han librado del peligro y nos han abierto puertas en la vida. Ojalá seamos tan buenos hijos como ustedes se lo se merecen.
¡Feliz día, mamá!