Los discípulos de Jesús
Hace 19 años creamos el congreso para jóvenes Hechos 29. No creas que nos confundimos con la cantidad de capítulos de ese libro. Se llama así porque creemos que nuestra historia como discípulos de Jesús continúa y tú eres parte importante de ella.
Desde el inicio de la Iglesia, después de que Jesús ascendió al cielo y descendió el Espíritu Santo, los discípulos hemos cambiado inevitablemente. Ya no somos los pescadores barbudos con túnica —aunque la barba ahora esté de moda—, sin embargo, nuestro mensaje es el mismo. Tiene el mismo poder y la misma vigencia de hace dos mil años, porque el amor y la salvación no pasan de moda.
Como he compartido anteriormente, cuando recibí a Cristo en mi corazón llegué a la iglesia con un paquete de cigarros en la bolsa del jeans roto, el pelo largo y la apariencia de un joven de esa época. ¡Gracias a Dios me dejaron entrar! Y cuando le entregué mi vida al Señor mi apariencia se fue transformando, aunque no dejé ser un joven a la moda. Mis costumbres sí cambiaron dramáticamente, por supuesto que ya no compré licor ni cigarrillos. Invertía mi dinero en comprar Biblias que regalaba y era “un poco malvado” para buscar almas para el Señor. Al momento de hacer el llamado, casi los amenazaba: “Tienes treinta segundos para decidirte”, les decía. ¡Evangelizaba como podía! Me dejé llevar por la religiosidad hasta que descubrí que es más fuerte el amor al prójimo.
Hace un par de domingos, mientras predicaba, se acercó un joven que vestía una gorra y un sudadero que tenía la imagen grande de la muerte. Caminó por el pasillo hasta donde yo estaba predicando y su objetivo era recibir un abrazo. Nunca pensé mal de él y antes de que dijera algo lo abracé y pude notar cómo se relajó y su semblante se llenó de paz. Después me contó que había crecido sin recibir cariño. ¡Gracias a Dios no suelo juzgar a las personas por su apariencia y en mi congregación todos son bienvenidos! En ese momento él no necesitaba que alguien lo reprendiera o lo juzgara por su forma de vestir, sino el contacto con un ser humano que lo aceptara tal y como Jesús lo hace.
Como vemos con este joven, el mundo está listo. Hay mucha necesidad de interés, cariño, afecto y aceptación. Las formas tienen mucha fuerza para atraer o para condenar, no critiquemos esos cambios que la iglesia realiza. ¿Por qué no es pecado modernizar tu teléfono o televisor, pero sí actualizar tu imagen para atraer a más personas a los pies de Jesús? ¿Por qué escandalizarse por las luces en un evento de adoración si Dios es el Padre de la luz?
Si fuimos salvados y aceptados por Jesús es importante que tú y yo seamos esos nuevos discípulos que den el ejemplo en el mundo en que vivimos y que empecemos a dar de gracia lo que de gracia hemos recibido. ¿Te apuntas a seguir escribiendo la historia de los discípulos de este siglo? Vayamos al mundo a demostrar que Jesús los recibe con los brazos abiertos.