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La vista se nubla


Llorar y llorar, como dice la conocida canción ranchera, es lo que más he hecho en estas últimas semanas.  Bueno…también he hablado, y mucho, sobre uno de mis temas favoritos: la fe, el misterio más impactante del universo, tan poderosa como el átomo, que al descubrir su potencial desencadenamos maravillas.

A finales de febrero inició la gira de presentación de mi nuevo libro “No es por vista”. Carreras y carreras entre aeropuertos, hoteles, estaciones de radio, iglesias, librerías, restaurantes siempre saludando, firmando libros, compartiendo palabras de fe…les confieso que ha sido tan extenuante como edificante porque una vez más he podido ser testigo de la ansiedad que Dios tiene por acercarse a Sus hijos, hablarles, amarlos y reconfortarlos.

Por eso he llorado tanto, porque estoy profundamente conmovido e impresionado al ver que todo ha valido la pena. Desde que le di la bienvenida al Señor a mi vida, he caminado por fe, no por vista, he creído ciegamente en Sus instrucciones, a pesar de mis luchas personales. Y ahora que finalmente logré reunir mis experiencias y enseñanzas en un libro, Él me regala la oportunidad de ver cómo las personas también están hambrientas de Él.

Era imposible que la vista no se nublara por las lágrimas al ver a la gente tan feliz, esperando pacientemente en las librerías Barnes and Noble y en las iglesias que visitamos para que les firmara el libro, impactados por el mensaje que Dios les daba al nomás abrirlo en alguna página al azar y encontraban el consejo exacto para la circunstancia que enfrentaban en ese momento.

¡Incluso niños pedían el libro!, tal vez porque le agregué algunas ilustraciones. Me inspiró mucha ternura ver que tenían la paciencia para hacer la fila con sus papás. Cuando finalmente se acercaban para pedirme que les escribiera algo en esas páginas, el genuino interés y pasión que veía en sus ojitos me reveló la enorme deuda que tengo con ellos. ¡Les garantizo que pronto les pagaré con creces la energía que me han contagiado! J J J

Nashville, Miami, Bonita Springs, Dallas, Houston, Los Ángeles, San Diego, Washington, Jacksonville fueron las ciudades que nos recibieron, cada una con diferentes desafíos, pero siempre con enorme cariño. Gracias a Dios, los libros se agotaron antes que nuestras fuerzas y nuestras lágrimas de infinito agradecimiento.

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