¡La conexión que no falla!
Esta semana el mundo entero experimentó qué es vivir sin redes sociales. Casi seis horas sin conexión a Facebook, Instagram ni WhatsApp puso en aprietos a algunas personas y alteró a otro montón que llegó a sentirse aislada del mundo.
Después de la reconexión recibí algunos “memes” que exponían de manera graciosa el hecho de estar incomunicados. Uno de los que más me gustó fue el que retrataba que en este tiempo habían descubierto a personas geniales con las que habían podido establecer agradables conversaciones y que al parecer eran su familia (jajajaja). ¿Tú qué hiciste? ¿Cómo te sentiste? ¿Lograste hacer algo diferente?
Para los que crecimos lejos de la revolución digital es fácil desprendernos de ella. En mi generación desarrollamos otras maneras de entretenernos o comunicarnos. En lugar de grupos de WhatsApp sosteníamos reuniones presenciales, íbamos de casa en casa a buscar a los amigos, nos reuníamos en la esquina debajo de las ceibas del pueblo. Establecíamos relaciones interpersonales tan estrechas que a la fecha aquellos patojos siguen siendo buenos amigos.
De profesión soy ingeniero en sistemas y sé lo que un problema de conexión en estos sistemas tan complejos puede representar. Una pérdida del servicio que dura más de seis horas es realmente un problema que va más allá de solo desconectar y conectar, o —como lo hace la mayoría en casa— de apagar y encender, esperando que la computadora se restablezca “solita”.
Estas interrupciones han evidenciado que la tecnología no es segura ni mucho menos infalible, pero afortunadamente hay un sistema sólido en el que podemos confiar plenamente: el sistema del reino de Dios.
Una oración con Dios no necesita señal externa para llegar a su destino. Nuestra comunicación con Él puede ser directa. Difícilmente nuestro Padre nos deje en visto o se quede sin señal. No importa qué pase en nuestro mundo, pues podemos confiar en que Él tiene control de nosotros, de nuestra vida personal, profesional y, por supuesto, espiritual.
Leer las Escrituras y recibir la revelación que nos acompañe en nuestras jornadas está siempre al alcance de la mano. La Biblia, ese libro que recopila muchos libros que hablan de cómo Dios usa a personas comunes para hacer grandes cosas, debe seguir en nuestra mano para ser “consultado” mucho más de lo que se consulta Google.
En Romanos 12:2(NVI) dice: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”. Aunque los recursos creados para facilitar la vida son importantes, no deben regir sobre el sistema de Dios al que accedemos por medio de la fe y la oración.
Jesús usó otros recursos para acercarse a la gente, hacer milagros y compartir con Sus amigos. Usa menos las redes digitales y aprovecha las conexiones interpersonales que puedes desarrollar con quienes te rodean.