¡1,148 fueron las preguntas que me hicieron a través de Instagram hace algunas semanas! Soy relativamente nuevo en ese “merequetengue” de las redes sociales, pero debo confesar que me sorprende lo efectivas que son para compartir mensajes y mantenernos actualizados. Creo que son una herramienta valiosa para bendecir si las usamos bien.
Esto de las preguntas en los stories de Instagram, por ejemplo, se le ocurrió a mi equipo de comunicación. La experiencia fue interesante y divertida. En pocos minutos las preguntas se sumaban y se sumaban. No he logrado responderlas todas. Así que mi primer aprendizaje es que no debemos subestimar la curiosidad y el interés de nuestros seguidores.
El mayor porcentaje de preguntas eran sobre mi vida personal: mis gustos, mis inicios y mis rutinas. Claro, también preguntaron mucho sobre vida cristiana y fe. Me dejó frío la pregunta sobre cuáles son mis defectos. Por supuesto que tengo defectos. Estoy convencido de que somos cristianos en construcción, es decir que somos imperfectos y por la gracia de Dios, a fuerza de cometer errores y enfrentar experiencias vamos formando nuestro carácter para superar nuestras debilidades y aprovechar nuestras fortalezas.
Al reflexionar para responder la pregunta, me di cuenta de que uno de mis defectos, además de ser impuntual (lucho con esto), es que llevo todo al extremo, entonces, una fortaleza puede convertirse en una debilidad. Por ejemplo, me gusta la excelencia, entonces debo tener cuidado de no convertirme en perfeccionista intolerante a los errores. Soy muy amiguero y confío en las personas, así que debo tener cuidado para evitar que tomen ventaja de mi buena voluntad. Lograr el equilibrio con sabiduría es la clave. Pero no es fácil lograrlo y te confieso que me he equivocado muchas veces.
Así que tengo una gran tarea pendiente con las preguntas que me hicieron en Instagram. Pero sé que mis seguidores son pacientes conmigo y se los agradezco. La experiencia terminó de convencerme de que las redes sociales son demasiado poderosas para desperdiciarlas con mensajes vacíos. Además, este ejercicio fortaleció mi compromiso de aprovecharlas para compartir el mensaje más relevante, el mensaje de fe en el amor infinito, misericordioso y perfecto de Dios.