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Fluye leche… ¿y la miel?


Este año ha sido de viajes a países lejanos. Recién iniciado el primer trimestre fuimos a China, luego, a Australia, y ahora, a Nueva Zelanda. ¡Dios ha sido bueno y nos ha abierto puertas! Yo siempre he dicho que Él tiene un gran sentido del humor porque lleva a este guatemalteco a predicar a lugares que jamás imaginé.

La invitación a Nueva Zelanda llegó de City Impact Church, una súper amena iglesia que nos recibió con un entusiasmo que de verdad hace honor a su nombre porque me impactó. No es que menosprecie la gracia que Dios nos ha dado, al contrario: la valoro y cada vez me asombra más lo bueno que es el Señor con nuestro ministerio, pero realmente me conmovió llegar hasta esta remota y espectacular isla, taaan lejana a mi terruño centroamericano, donde nos recibieron con tanto cariño y admiración.

Debo confesar algo. Para mí, hablar de Nueva Zelanda era sinónimo de leche. Seguramente porque en Guatemala hace unos años nos saturaron con la campaña publicitaria que posicionaba una famosa marca de leche en polvo que hacía buena promoción al país. Durante el viaje yo bromeaba diciendo que sin duda vería muchas vaquitas y comería buenos quesos, así que visitaríamos la tierra de donde la Biblia dice que fluye leche, pero faltaba comprobar si también fluía miel.

¿Qué crees que sucedió? ¡Pues claro que había miel y en abundancia! ¿De abeja? Por supuesto, y también de maple, pero mejor aún: la dulzura parecía fluir de las personas, tan amables, tan cordiales y amigables. Por supuesto que, siendo un invitado, era obvio que se preocuparan por causar buena impresión, pero la calidez de la gente se percibía desde que salías del avión. ¡Era una buena vibra, una energía positiva que se contagiaba!

Creo que Dios sonríe al pensar en Nueva Zelanda, y ahora yo también sonreiré al recordar mi visita a este país donde compartimos Palabra y el Espíritu Santo se derramó con poder, un bello rincón del mundo donde sí que fluye la leche y la miel.

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