Divinas mujeres
Marzo es un mes dedicado a las mujeres. Y es que ¡qué sería de nuestro mundo sin ellas! Yo estoy rodeado de mujeres que con su carácter, resiliencia y ejemplo han contribuido a hacer mi mundo mejor, pero por el momento solo me voy a referir a tres de ellas.
En primer lugar debo mencionar a mi mamá, quien no solo me dio la vida, sino que también me formó para que nuestro contexto no fuera mi pretexto para no salir adelante. Ella me impulsó.
En segundo lugar puedo hablar de Anita, mi hija. Es una de las mujeres que más admiro porque su determinación y su fe la han llevado a emprender y forjar su propio camino a miles de kilómetros de distancia de nosotros, sus padres. De la mano de Dios ha formado un hogar increíble y junto a su esposo ha formado un ministerio fenomenal.
Luego está mi esposa, que como he dicho anteriormente, es una gran mamá, amiga e hija de Dios. Es tan valiente que se atrevió a escribir un libro dedicado a fortalecer la identidad de las mujeres a partir de su propio proceso, libro que tituló Mírate bonita, mírate feliz. Y digo que es valiente porque ella no tiene empacho para ser vulnerable y mostrarse humana en cualquier momento —predicando, aconsejando u orando por alguien, siempre es auténtica.
Sonia en su libro se atreve a hablar de inseguridades, miedos e incluso la dificultad que muchas personas viven para reconocer sus talentos, así como de la importancia de sentirse bien con lo que cada persona es. Dios ha trabajado en ella y con autoridad inspira a las mujeres para que encuentren su verdadero valor en Dios y en Su Palabra. La vi trabajar arduamente en cada capítulo de su libro y tuve la oportunidad de leerlo hasta que estuvo impreso. Sabía que ella requería espacio y tiempo para darle forma a sus ideas; hoy esas ideas pueden liberar y sanar a muchas personas.
Sonia tiene clara su identidad en Cristo, por eso no compite conmigo ni con nadie y por eso pudo formar hijos tan fuertes. El Señor tiene su propio trato y llamado con ella, de ahí se origina esa pasión para desarrollar todos sus dones e inspirar a mis hijos a servir a Dios.
Sé que hay mujeres que luchan por ganarse un lugar o por compararse con otros hombres, pero en mi hogar y en el ministerio el Señor nos llevó a entender que hombre y mujer se complementan. Cuando un ser humano entiende que Dios tiene planes de bien y no de mal, aceptas y asumes tu rol en la sociedad y en la familia.